Existe Dios:Percepcion de Distintos Autores

Según escribe Einstein en su propia letra:

«La palabra Dios para mi no es nada más que la expresión y el producto de la debilidad humana, y la Biblia es una colección de honorables pero aun así primitivas leyendas que sea como se las vea son bastantes infantiles.»

Una carta recientemente hecha pública, en donde Einstein le escribe al filósofo Eric Gutkind en 1954, ha dejado comprobado de una vez y por todas, que el hombre considerado como la mente mas brillante de la humanidad, era sin la menor duda un ateo.

La noticia, reportada por el prestigioso periódico The New York Times, dice además que la carta se acaba de subastar por la suma de US$404,000 dólares.Einstein (quien era judío de nacimiento) además menciona que no cree en que el pueblo judío sea ningún tipo de «pueblo elegido», ya que para él esa es tan solo otra leyenda.

Lo controversial de esto es que por décadas diferentes movimientos religiosos han tratado de colocar a Einstein en un pedestal religioso, citando su «espiritualidad» en sus propias escrituras, pero fallando de entender que Einstein solo utilizaba el concepto de Dios como una analogía, o de manera figurativa, para explicar muchos conceptos.

Uno de sus frases célebres por ejemplo fue cuando dijo que «Dios no juega a los dados», refiriéndose a las extrañas propiedades de la Mecánica Cuántica. Sin embargo años después se descubrió que efectivamente, en la Mecánica Cuántica todo está basado en el azar de las posibilidades.

Según Nietzsche la civilización occidental es socrático-platónica-cristiana. Está asentada sobre la metafísica socrático-platónica y sobre el cristianismo y la moral que éste engendra.
Si algo caracteriza, por tanto, a la civilización (tradición) occidental es que ha trastocado la vida, es hostil a ella, la odia.

La crítica de Nietzsche a la tradición occidental se dirige fundamentalmente en tres frentes:
1. La crítica a la metafísica socrático-platónica: La metafísica tradicional se asienta sobre un error: considerar que los valores de las cosas no están en ellas (en la vida) sino en un mundo ultraterreno de esencias.

2. La crítica al cristianismo: El otro gran pilar de la civilización occidental es la afirmación de la existencia de Dios. Y ésta se ha concretado en Occidente en el cristianismo. Nietzsche piensa que el concepto de Dios ha sido hasta ahora la objeción mayor contra la existencia. Con Dios se declara la guerra a la vida, a la naturaleza y a la voluntad de vivir. Dios es la fórmula de toda calumnia contra este mundo y de toda mentira respecto al más allá.

3. La crítica a la moral occidental: El fruto más granado de la metafísica socrático-platónica y del cristianismo es lo que Nietzsche denominará la moral de los esclavos. La moral de los esclavos es la moral del rebaño, la negadora de la vida. Hay que transmutar la moral y los valores que defiende para que nazca un nuevo tipo de hombre. Hace falta ir más allá del bien y del mal. Crear unos nuevos valores y una nueva moral en la que la vida sea el valor fundamental.

¡Que preguntaria un ateo a Dios?


Tres son las ideas de su propuesta. Ideas íntimamente relacionadas entre sí y que no pueden entenderse aisladamente; aunque a la hora de explicarlas tengamos que separarlas:

1. La voluntad de poder: El nihilismo (activo) nos lleva a patentizar la auténtica realidad del mundo y de la vida. El devenir constante, la afirmación de la vida. A esto llama Nietzsche voluntad de poder. Es, al fin y al cabo, la expresión de la instintividad de la vida; la vuelta a las actitudes dionisíacas. Instintividad que se expresa en el fondo del individuo como superación continua de sí mismo y que se manifiesta en cada una de sus máscaras como egoísmo, como voluntad de ser señor.

2. El eterno retorno: Si la vida, que es puramente material, terrestre, se reduce a voluntad de poder, y ésta no es más que la primacía del instinto, se comprende que todo se mida en clave de placer y que las ansias de inmortalidad que tiene todo ser humano en su interior, y que Nietzsche percibía con angustiosa exigencia, se vislumbren también en el placer.

3. El superhombre: Nietzsche reclama una realidad guiada por un hombre «irracional»: voluntad de poder. Un hombre en el que se hayan superado todos los errores de Occidente. Un hombre sin Dios. Un hombre que asuma la vida en toda su fuerza. Un hombre que ame la vida, que sea pura instintividad. Por eso este nuevo modelo humano está más allá del hombre occidental y sólo será posible cuando la civilización que está por venir se haga real.

¿Qué tiene que ver Nietzsche con nosotros, hombres occidentales? Desde luego habría que afirmar que nos ha desenmascarado, nos ha descubierto.

Es decir, o somos o no somos, pero las actitudes hipócritas no valen. O bien cambiamos de civilización y transmutamos nuestros valores alumbrando lo que queramos –aun la propuesta de Nietzsche- o bien vivimos en serio los valores de Occidente; pero la hipocresía lánguida no vale. Eso es lo que denuncia Nietzsche y, quizás, esa sea una de sus aportaciones a nuestra vida cotidiana

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